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sábado, 30 de abril de 2011

La montaña blanca.

Retiró muy despacio la maleza y se asomó con cuidado para no ser visto. Allí estaba, tal y como le había dicho Maley, un enorme y blanco montón de… ¿de qué? ¿Qué sería aquella montaña blanca que estaba al lado de la cabaña? Jamás en sus siete años había visto algo así.

Tendría que conformarse con imaginar su contenido porque era absolutamente imposible acercarse sin ser visto por el guarda.
Pasaron varios días. Tras la escuela y sin fallar ni uno sólo se acercó a ver “la montaña blanca”. Preguntó a todo el que conocía, pero nadie supo satisfacer su curiosidad, era “un secreto”.

Un buen día el blanco enigma desapareció, pero Jazí nunca pudo olvidar el asunto.

Años mas tarde, ya graduado y siendo todo un ingeniero industrial tuvo que viajar al sur y hacer una inspección en unas salinas. Creyó entonces haber descubierto la solución al enigma de su niñez, pero no, aquello no era sal, aquello era...

Bueno, no lo diré para no estropear el final.