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lunes, 4 de febrero de 2013

Contigo pan y ...


Hacía ya dos años que Lola y Sergio se habían conocido y casi ocho meses que vivían juntos en un pequeño apartamento en las afueras.
Fue en la boda de Carlos. Sergio supo al instante que quería compartir su vida con aquella mujer tan vital que no dejaba de hacerle protagonista de sus comentarios y Lola cayó rendida ante su irresistible encanto personal.
Sentados en el sofá, envueltos en lo que ellos llamaban la “bata-manta para dos” seguían las noticias con preocupación. La cosa estaba mal, muy mal. Pero ellos se tenían el uno al otro.

-¿Sabes?¡ Carlos y Marina se han separado definitivamente.

-Se veía venir. Desde que ambos se quedaron en paro las cosas no han ido sino a peor.

-Sí es cierto. Pero debe haber algo más. No creo que solamente las cuestiones económicas hayan acabado con su relación. Fíjate en nosotros, a pesar de las dificultades aquí estamos, juntos. Y así seguiremos ...
¿Verdad?

Sergio miró aquellos grandes ojos que, anhelantes, esperaban respuesta.

-¡Por supuesto que sí! Nada va a separarnos.

Se abrazaron con fuerza mientras el volumen de la televisión comenzó a bajar y las noticias se hicieron imperceptibles.